Entre el Big Bang y el gradualismo: las reformas financieras y cambiarias en Cuba
En 2013, economistas cubanos y sus colegas economistas del Brookings Institution y el Banco Mundial, se reunieron en La Habana y plantearon caminos a la unificación del tipo de cambio cubano que ahora se implementa.
Ahora que las autoridades cubanas han anunciado que la Tarea Ordenamiento comenzaría el 1ro. de enero de 2021, recordamos que en fecha tan lejana como septiembre de 2013 se realizó un seminario en el Hotel Nacional de Cuba. Un grupo de académicos cubanos y extranjeros debatieron entonces acerca de cómo hacer la unificación del tipo de cambio y cómo eliminar la dualidad monetaria en la economía de la Isla.
Los talleres fueron organizados por la Iniciativa de Política Exterior para América Latina de la Brookings Institution, el Centro de Estudios de la Economía Cubana y el Centro de Investigaciones de Economía Internacional, ambos de la Universidad de La Habana.
Unificación del tipo de cambio: el caso cubano
Como resultado, se publicaron algunos materiales, entre ellos “Unificación del tipo de cambio: el caso cubano”, de Augusto de la Torre[i] y Alain Ize[ii], en el que documentaban un grupo de propuestas elaboradas en esos talleres.
En la introducción, expresaban:
Desde el año 2011, las autoridades cubanas han declarado que la unificación del tipo de cambio era una de sus mayores prioridades de política. El actual sistema dual, en el que coexiste un tipo de cambio de uno por uno con respecto al dólar estadounidense para el “peso convertible” junto a un tipo de cambio de veinticuatro por uno para el “peso cubano”, introduce distorsiones severas en la asignación de los recursos de la sociedad y merma significativamente el potencial de crecimiento de la economía. Simultáneamente, la magnitud del diferencial entre los dos tipos de cambio (que es muy grande en términos comparativos) exacerba los costos de transacción, lo que probablemente constituya una de las razones principales para posponer su unificación.
Los autores fueron muy precisos en sus apreciaciones con argumentos muy convincentes que coincidían con la visión de una parte importante de los economistas cubanos participantes en el taller:
En vista de las restricciones cubanas, el reto clave para Cuba será equilibrar los costos de corto plazo de la unificación cambiaria con las mejoras de eficiencia de mediano y largo plazo. Con el tiempo, al agrandar el tamaño del pastel, las mejoras de eficiencia deberían compensar ampliamente el costo inicial asociado a los efectos redistributivos y de reasignación de recursos. Por lo tanto, en el mediano y largo plazo, toda la población debería salir ganando.
Una de las opciones identificadas ha sido propuesta como parte de la Tarea Ordenamiento de la Economía Cubana, que va a empezar a implementarse en 2021: la opción Uno o Big Bang crudo.
Los autores sostuvieron entonces cuatro opciones tipológicas. Su Opción Uno, la más compleja, es precisamente la escogida para ejecutarse en el inicio de las reformas monetaria y cambiaria:
La Opción Uno podría denominarse Big Bang crudo. Consiste en unificar los tipos de cambio desde el primer día. Para limitar presiones sobre la balanza de pagos y el mercado de divisas, los tipos de cambio se unificarían a 24 (nuevos) pesos por dólar. Todas las transacciones de divisas se realizarían al nuevo tipo de cambio único. Las ventajas principales de esta opción son su sencillez y su credibilidad inicial, pues puede implementarse de un plumazo, haciendo evidente en forma temprana el compromiso de las autoridades con la unificación. No obstante, por el lado negativo, esta opción no aborda en absoluto el objetivo de mitigar los costos de transacción hasta que se materialicen los aumentos de eficiencia. La devaluación del CUC, realizada de golpe, tendría importantes impactos inflacionarios, fiscales, redistributivos y de reasignación de recursos. Por lo tanto, las consecuencias económicas y políticas pudieran ser tan traumáticas que podrían acabar inviabilizando el experimento en su conjunto.
Entre sus múltiples recomendaciones, sostenían que estas reformas deberían estar acompañadas (o seguidas en cuanto fuese posible) por reformas orientadas a promover elementos de mercado.
En concreto, planteaban que resultaba deseable estimular la entrada de empresas no estatales para impulsar la oferta, tanto directa como indirectamente --esto es, mediante mayor competencia.
En el mismo documento abordaban lo que deberían hacer las empresas hoteleras del país ante la devaluación y las afectaciones que tendrían las empresas importadoras.
También demostraban la necesidad de mantener el control sobre la inflación:
Para mantener la inflación bajo control y permitir que el tipo de cambio juegue un mayor papel amortiguador, se requeriría un fortalecimiento gradual de los instrumentos monetarios, así como de la capacidad de gestión e independencia del Banco Central. Para hacer posible este fortalecimiento, es probable que hagan falta reformas destinadas a facilitar el desarrollo gradual de los mercados interbancario y de divisas, así como de una banca comercial moderna, sólida y dinámica.
Y en una de sus últimas conclusiones, expresaban:
En conclusión, la mejor opción probablemente sea la de hacer coincidir la unificación cambiaria con la unificación monetaria, esto es, con una pesoización total, lo que requeriría convertir todos los CUCs en nuevos pesos al momento de la unificación del tipo de cambio.
Ambos resultaron muy certeros. Siete años atrás se posesionaron ante el tema como si estuvieran trazando la ruta del ordenamiento monetario en 2021.
En inglés:
https://www.brookings.edu/research/exchange-rate-unification-the-cuban-case/
En español
https://www.brookings.edu/es/research/la-unificacion-del-tipo-de-cambio-el-caso-cubano/
[i] Augusto de la Torre fue investigador no residente del Programa de Economía y Desarrollo Global de Brookings Institution. Economista con un interés especial en América Latina. A fines de 2016 dejó el Banco Mundial después de veinte años de servicio en varios cargos de alto nivel. Ahora trabaja a nivel internacional como consultor independiente. Es profesor adjunto en la Universidad de Columbia. Ha publicado extensamente sobre una amplia gama de temas macroeconómicos y de desarrollo. Participante activo en foros de política relacionados con América Latina.
[ii] Alain Ize fue consultor en desarrollo financiero y política fiscal y monetaria en la Oficina del Economista Jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. Antes de ocupar este puesto, trabajó en temas monetarios y financieros en el Fondo Monetario Internacional. Es profesor invitado en el Colegio de México.
La reforma monetaria en Cuba hasta el 2016: entre gradualidad y Big Bang
Otro de los documentos fue “La reforma monetaria en Cuba hasta el 2016: entre gradualidad y Big Bang”, elaborado por los doctores en Ciencias Económicas Pavel Vidal Alejandro y Omar Everleny, por entonces investigadores del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de la Habana (septiembre de 2013).
El ensayo mostraba que en cualquier estrategia que finalmente se decidiera, la principal medida que debería tomar el Banco Central para erradicar la distorsionante circulación paralela de dos monedas nacionales –el peso cubano (CUP) y el peso convertible (CUC)-- era la devaluación del tipo de cambio oficial del peso cubano, tema pospuesto durante más de veinte años.
También se ponía de relieve que uno de los aspectos clave a decidir era la velocidad de la reforma monetaria. Los análisis y conclusiones terminan mostrando un grupo de argumentos que justificarían garantizar, en todo lo posible, la gradualidad como mejor estrategia para la reforma monetaria cubana. No obstante, dada la gran brecha entre los tipos de cambio, se planteaba que en algunos momentos era necesario aplicar devaluaciones al estilo Big Bang con vistas a cumplir la meta de 2016 para la unificación monetaria.
Se mencionaba en unos de sus acápites que la estructura de la economía cubana, apoyada en grandes empresas estatales, justificaba una devaluación gradual del tipo de cambio y no la aplicación de un Big Bang. El sector privado nacional --cuentapropistas, microempresarios y productores agrícolas privados--, ya trabajaba desde los años 90 con un tipo de cambio devaluado. Y no se esperaban efectos directos de la devaluación del tipo de cambio oficial en la inversión extranjera.
Por consiguiente, las ganancias de la devaluación tendrían que ser garantizadas por la respuesta de la empresa estatal, que necesita más tiempo para reaccionar debido a la mayor burocracia, rigidez y supeditación a los ministerios. Para que la respuesta fuera efectiva, se requería ampliarle los márgenes de holgura para su gestión, flexibilizar los mecanismos de planificación centralizada y alinear los incentivos de los trabajadores y gerentes con los impactos de la devaluación en sus empresas. En otras palabras, los efectos de la devaluación no debían quedarse en los balances de las empresas estatales, sino llegar a los salarios que se pagarían.
Se argumentaba que una de las desventajas que presentaba una reforma gradual sobre una estrategia de Big Bang era la incertidumbre que generaba sobre los futuros cambios monetarios. Las autoridades económicas tienen como factor a su favor el control sobre los flujos de capitales; ello ciertamente reduce las opciones especulativas y la sobrerreacción del tipo de cambio vinculada a las expectativas sobre las futuras acciones monetarias y cambiarias.
Los autores eran partidarios de la gradualidad porque daría tiempo a corregir las distorsiones que se fueran creando en esa unificación cambiaria:
La gradualidad no solo facilitará la respuesta de la empresa estatal, sino también la respuesta de la política económica. No es factible anticipar todos los impactos de la devaluación, dado que este es un precio que no se ha movido por décadas en la economía cubana. No se puede partir del supuesto de que los agentes económicos y el gobierno sabrán cómo manejar el shock cambiario. Si bien es necesario definir con antelación la secuencia de transformaciones monetarias y las reglas generales bajo las cuales se podrá responder y se amortiguará el shock cambiario, sobre la marcha habrá que ir haciendo correcciones a la política fiscal, a la política crediticia para exportadores, entre otras. Igualmente se requiere un tiempo para ajustar las dinámicas contables, los sistemas informáticos, los contratos, los mecanismos burocráticos, entre otros aspectos operativos que tienen que acomodarse pues están concebidos para funcionar con un tipo de cambio que no ha variado en décadas. Por tanto, la gradualidad también le concederá tiempo para reaccionar a las autoridades económicas.
En general, se trata de un artículo que permite comprender las diversas variantes que se pudieron utilizar para mostrar lo complejo de emprender una reforma monetaria y cambiaria en la economía cubana.
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